martes, 14 de abril de 2015

Heterosfera

La Heterosfera está formada por cuatro capas, cada una de las cuales está formada por una composición química distinta. En la heterosfera se produce una decantación, estando los gases más pesados en la capa inferior y los más ligeros en las superiores. De 80 a 200 Km hay una capa de nitrógeno molecular, de 200 a 1.100 Km hay una capa de oxígeno atómico, de 1.100 a 3.500 Km helio atómico, y de 3.500 a 10.000 Km, donde la densidad atmosférica se iguala con la interplanetaria, existe hidrógeno atómico. Las cuatro capas poseen zonas limítrofes de transición difusas, y no límites bruscos. Los átomos y moléculas de la heterosfera tienen carga neutra (salvo en la ionosfera) y movimiento rotacional alrededor de la tierra sólida.
 
La ionosfera es la parte de la atmósfera ionizada permanentemente debido a la fotoionización que provoca la radiación solar. Constituye el límite inferior de la magnetosfera encontrándose dentro de la termosfera. La ionosfera permite que la atmósfera superior refleje las ondas de radio emitidas desde la superficie terrestre posibilitando que éstas puedan viajar grandes distancias sobre la Tierra. En la parte inferior de la ionosfera tienen lugar mayor parte de la reflexión, recibiendo el nombre de capa de Kennelly-Heavside.
 
En las regiones polares las partículas cargadas portadas por el viento solar son atrapadas por el campo magnético terrestre incidiendo sobre la parte superior de la ionosfera y dando lugar a la formación de auroras.
 
La composición de la atmósfera ha debido de ser prácticamente estable desde el Precámbrico Superior hasta la revolución industrial, a partir de la cual el hombre ha alterando su composición natural. La industrialización y la tecnificación de la civilización actual cubre sus necesidades energéticas recurriendo a combustibles fósiles. Los residuos de este proceso de producción energética son incorporados a la atmósfera en medida creciente y alteran su composición. Si en épocas anteriores fueron sucesos naturales los que influían temporalmente en la situación de la atmósfera, tales como erupciones volcánicas, tormentas de arena o incendios, en nuestra época es la actividad misma del hombre la responsable de una contaminación de la atmósfera en constante aumento.
 
Después de los fenómenos contaminadores de épocas anteriores que sucedían esporádicamente, la atmósfera disponía de un tiempo para recuperar su estado inicial por autodepuración. Hoy, por el contrario, este proceso ha sido rebasado, ya que la aportación de sustancias contaminantes es constante y el grado de contaminación es sólo función del tiempo de vida de las sustancias y de su aporte. Si en otros tiempos se trataba de contaminantes atmosféricos naturales como el polvo y las partículas de humo, en la actualidad se presentan gases de escape como el dióxido y monóxido de carbono, óxidos de azufre y de nitrógeno y un espectro completo de sustancias elaboradas artificialmente como los plaguicidas y los plásticos.

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