La
Heterosfera está
formada por cuatro capas, cada una de las cuales está formada por
una composición química distinta. En la heterosfera se produce una
decantación, estando los gases más pesados en la capa inferior y
los más ligeros en las superiores. De 80 a 200 Km hay una capa de
nitrógeno molecular, de 200 a 1.100 Km hay una capa de oxígeno
atómico, de 1.100 a 3.500 Km helio atómico, y de 3.500 a 10.000 Km,
donde la densidad atmosférica se iguala con la interplanetaria,
existe hidrógeno atómico. Las cuatro capas poseen zonas limítrofes
de transición difusas, y no límites bruscos. Los átomos y
moléculas de la heterosfera tienen carga neutra (salvo en la
ionosfera) y movimiento rotacional alrededor de la tierra sólida.
La
ionosfera
es
la parte de la atmósfera
ionizada permanentemente debido a la fotoionización que provoca la
radiación solar. Constituye el límite inferior de la magnetosfera
encontrándose dentro de la termosfera. La ionosfera permite que la
atmósfera superior refleje las ondas de radio emitidas desde la
superficie terrestre posibilitando que éstas puedan viajar grandes
distancias sobre la Tierra.
En
la parte inferior de la ionosfera tienen lugar mayor parte de la
reflexión, recibiendo el nombre de capa
de Kennelly-Heavside.
En
las regiones polares las partículas
cargadas portadas por el viento solar son atrapadas por el campo
magnético terrestre incidiendo sobre la parte superior de
la
ionosfera y dando lugar a la formación
de auroras.
La
composición
de la atmósfera ha debido de ser prácticamente estable desde el
Precámbrico Superior hasta la revolución industrial, a partir de la
cual el hombre ha alterando su composición natural.
La
industrialización
y la tecnificación de la civilización actual cubre sus necesidades
energéticas recurriendo a combustibles fósiles. Los residuos de
este proceso de producción energética son incorporados a la
atmósfera en medida creciente y alteran su composición.
Si
en épocas
anteriores fueron sucesos naturales los que influían temporalmente
en la situación de la atmósfera, tales como erupciones volcánicas,
tormentas de arena o incendios, en nuestra época es la actividad
misma del hombre la responsable de una contaminación de la atmósfera
en constante aumento.
Después
de los fenómenos contaminadores de épocas anteriores que sucedían
esporádicamente, la atmósfera disponía de un tiempo para recuperar
su estado inicial por autodepuración. Hoy, por el contrario, este
proceso ha sido rebasado, ya que la aportación de sustancias
contaminantes es constante y el grado de contaminación es sólo
función del tiempo de vida de las sustancias y de su aporte.
Si
en otros tiempos se trataba de contaminantes atmosféricos
naturales como el polvo y las partículas de humo, en la actualidad
se presentan gases de escape como el dióxido y monóxido de carbono,
óxidos de azufre y de nitrógeno y un espectro completo de
sustancias elaboradas artificialmente como los plaguicidas y los
plásticos.
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