Gracias a la compresibilidad de los gases, casi la totalidad de la masa de la atmósfera se encuentra en los primeros kilómetros próximos a la superficie. Esto condiciona que la presión atmosférica disminuya rápidamente con la altura.
El
valor de la presión
atmosférica a nivel del mar, fue cuantificado por primera vez en
1643, por Torricelli
y Vivíani, mediante
el conocido experimento de Torricelli.
Dicho
valor corresponde al peso de una columna de mercurio de 76 cm de
altura y 1 cm2
de sección,
que multiplicado por la densidad de este elemento, equivale a 1.033,6
g/cm2,
valor también conocido como 1 atmósfera e igual a 1.013 milibares.
Esta última unidad, el milibar, es la utilizada normalmente en
meteorología.
La
presión
atmosférica se representa trazando líneas, llamadas isóbaras, que
unen
puntos
de igual presión
atmosférica (cada 4 milibares). En la atmósfera existen zonas de
elevadas presiones (anticiclones) y zonas de bajas presiones
(borrascas o ciclones). El gradiente de presión hace que el viento
se desplace desde los anticiclones hacia las borrascas. El viento
será tanto más intenso cuanto mayor sea la diferencia de presiones
entre anticiclones y borrascas.
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